Presentación

Córcega, isla de belleza

Córcega, un estuche de belleza en medio del Mediterráneo, Córcega para lo que es, cariñosa y apasionada, está en las mezclas sabrosas de costas escarpadas, de playas de arena dorada y de montañas, de colores y de olores. Córcega, un poco rebelde, protege sus paisajes y lo esencial es gustarla tal como es, tal como ella fue y tal como ella se quedará, una isla sin artificio. El sol le dio su calor, el agua su vida y sus colores, el viento sus paisajes. Todos estos elementos le ofrecieron la belleza, forjaron su carácter y desarrollado su hospitalidad. A Córcega, tierra de acogida, le gusta ser respetada. Rica de su historia, es una tierra de reparto. Cada uno tiene su parte y todos la tienen por completo.

ENTRE MONTAÑAS Y MAR

Córcega es una tierra de montañas a la que gusta bañarse en el azul del Mediterráneo. De la gran caminata que acaricia su espina dorsal, adivinamos los asaltos permanentes de los elementos que le dieron forma arrojándose contra la roca dura dónde pizarras, granitos y porphyres salpican de su materia una tierra indómita, ávida de espacios y de libertad.

Luego, vienen tales collares de perlas, todos estos pueblos enganchados en los costados de las colinas como para testimoniar su inviolabilidad. Naturaleza salvaje de caras múltiples, hecha para atraer amorosamente el ojo goloso del visitador. Bosques que se engalanan del verde sombrío del árbol rey o los del árbol de castañas, que ofrece en las medias tintas del otoño, su fruto en erizo centelleante adornada de espinas como para recordarnos que hay que tomarse tiempo para hacer su descubrimiento.

En este centro, descubrimos el alma de Córcega. La aspereza aparente de los pueblos esconde ese don inestimable de la acogida del extranjero. Cada pueblo resuena del rumor de sus leyendas y esta maná de sobrenatural parece querer reforzar la verdad de su pasión natural de la verdad. Anclanda en sus dualidades, fiel a sus valores, Córcega se encuentra en sus cantos y su música.

Por fin, tal un cordón multicolor, ofrece un litoral sin comparación. Multiplicando sus paisajes con telón de fondo, los azules del mar y del cielo que se conjugan.

Tal es la Córcega que se siente, tal es la Córcega que hay que descubrir recorriéndola amorosamente y adivinar así como la “KALLISTE” de los griegos quedó bien la “Guapa entre las guapas”.

Situado en el centro de la isla, el pueblo de Poggio di Venaco (PODIO) debe su nombre a su implantación sobre un promontorio que le confiere una posición estratégica ejemplar.